Pájaro de cuatrocientas voces.

Muchos años tuvimos en casa un cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces. Mi hermano y yo observábamos a Lucas en la jaula y siempre decíamos que el mejor regalo que le podríamos dar era darle su libertad, que por lo menos sus últimos días volviera a sentir la dicha de poder volar.

Finalmente un día al abrir la jaula tomó vuelo y se escapó. A pesar de no oír más su canto, por lo menos  me quedó la satisfacción de que, si bien no sobreviviría en la ciudad después de tantos años en cautiverio, tendría unos días para volar a donde el quisiera hasta su día final.

Hoy, estaba en mi habitación y escuché ese canto singular, entreabrí las cortinas con cautela para no espantarlo, y ahí estaba, parado en reja de colindancia, justo afuera de mi ventana.

Estamos a escasas cuatro horas de que culmine el año, y desde el cambio de año 2008-2009 no tenía planes para empezar un año como quería, con la persona que realmente lo quería pasar. Pero las circunstancias cambian más rápido que los anhelos, y lo que un día planeas al otro ya no será. 

El día me sorprendió con el canto de un cenzontle en mi ventana. Entre todos los días eligió justo hoy para alegrarme con su canto. Y me hizo darme cuenta de que si me sigo aferrándome a las ideas en mi cabeza, perderé la capacidad para observar lo que está enfrente mío y esos detalles que me regala la vida, no los quiero dejar pasar.

Un ciclo más cerrado, un año más que disfrutar, y miles de detalles por descubrir que hacen de ésta vida algo sublime por vivir. ¡Feliz, próspero e inolvidable 2013 nos esté por iniciar!