tenía resplandor, dolor y una belleza inexplicable.
Le dio vida a mis pupilas apagadas,
le dio voz a mi alma desolada.
Yo antes, en aquel momento,
fui siempre para él lo que siempre soy.
Y entonces querida melancolía,
concédeme la tregua que mi paz espera.
Vanitas - Presentimiento
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