Porque la obscuridad, cuando habla, lo cambia todo: convierte el hogar en tierra extraña y a las personas amadas en desconocidos. El exilio cobra sentido cuando te das cuenta de que, en realidad, nunca habías estado en casa.
Deambulando ya no se sentía de este mundo. Y entre tinieblas, incluso el más pequeño indicio de una forma, un sonido o una idea se acrecentaba hasta consumirla por completo. Antes de darse cuenta, había caído en las garras de la obscuridad.
La mente anegada en miedo, hacia adentro, hacia adentro, a un vacío tan profundo que quizá esta vez no puedas regresar.